Emiliando

Abriendo el abanico de los conocimientos (en cualquier momento termino bailando flamenco), ayer fui a una charla interesante.

Un catedrático exponía sobre un trabajo de investigación que apuntaba a la reconstrucción de la "no historia".

Parte de la noción de que la historia se escribe con el trabajo, sudor y lágrimas de muchos anónimos y con la acción u omisión y la pluma de unos pocos. De los pocos con poder o batuta (parezco marxista... je...)

Interesantísimo este trabajo que parte de un censo llevado a cabo en 1770 en los Valles Cuyanos. Vale la pena recordar que toda esta zona dependia de la Capitanía General de Chile aunque económicamente estaba atada a Baires y el litoral.

Lo curioso es el detalle de cómo se componía la sociedad colonial en aquella época. Uno tiene una idea de un puñado de pueblos pequeños que vivian pasmosa y aburridamente en casas estilo colonial (de qué otro estilo si no?) Pero no era asi.

En San Juan, con poco más de 6 mil habitantes en todo su territorio, con 15% de blancos y, de ellos, poco más de 30 españoles (con derecho a uso del "Don") tenian la batuta (eran dueños del comercio, terratenientes y participaban del gobierno como parte de los cabildos, etc.)

Para ésa época ya habian más negros y mulatos (esclavos por supu) que indios.

Las leyes y sus penas por violación, robo, comercio, embriagarse, etc (prisión o azotes en la plaza pública o el simple destierro, etcs) eran sólo para la "chusma mal entretenida" (textualmente consta asi en un bando del "Corregidor" de la época) en los límites de los pueblos pero en el resto de la geografia era la ley del mas fuerte o la ley del "Don" en sus tierras.

Tierra de nadie.

Vale la pena la aclaración del historiador sobre la frase "chusma mal entretenida". Esto no se referia a la escasez de espectáculos u ocio productivo en ésa época, sino a la chusma que no trabaja (o no se obligaba a trabajar) todo lo que deberia.

Hoy, 230 años después...

Hoy contesté un no, no tengo piojos.

Este año, este mes, esta primer semana de clases de mis sobrinas no, todavia (?) no.

Lo de los piojos me lo preguntaron cuando sin querer expresé en voz alta "qué hago con mi pelo?"
Aunque mi crítico y mayor detractor (un saluditoo para mi hermanito!) dice que necesito manos profesionales. (Vale la pena acotar que se refiere a las manos de un peluquero/a, no las de un loquero!)
Pero lo que el criticón no sabe es que el tema es mucho más profundo.
Uno se acostumbra a su cabesho. Uno todos los dias lo acomoda de la misma forma. Será por costumbre o por estupidez. La verdad no sé. Pero uno se reconoce en su look y por algo será que eligió usarlo asi!
Qué tiene en cuenta uno a elegir su propio estilo? (ni idea pero blahbeemos juntos)
En primera instancia, las posibilidades del mismo. Uno sabe lo que tiene y lo que da. Y el que no lo sabe, vive haciéndose moco el cabesho para tratar de cambiarlo.
En segundo término (y supongo que lo pongo en este lugar por la edad :P) la comodidad. Uno tiene que estar bien y sentirse a gusto con uno mismo todo el dia.
Y por último y no menos importante, el que siente bien a tu humanidad. Porque la verdad es que uno se mira poco o lo necesario al espejo pero constantemente se "mira" en los demás. Digamos que también la mirada de los demás importa y, además, no es lindo andar asustando gente!
Resumiendo (parece que se me hace tarde): Es difícil cambiar. Ya lo dijo nosequién "el pelo es el marco de la cara" y yo agrego: ojo! con lo que se marca que es marca.

Familia completa en almuerzo del domingo.
Camila (7 años): me servís coca? ehmm (riéndose al ver la botella) quise decir, me servís Pepsi?
Ante éso, salió de varias bocas la infaltable sobre oferta de información: que también es coca, que es lo mismo pero que se llama de otra forma, que hay varias marcas, que todas se llaman bebidas colas, que la pepsi es asquerosa y quién compró eso y blah blah
Y al final se escuchó la vocecita de Sofi (4 años) rematando: "yo de eso no sé nada, pero yo a esa palabra no la repito".

Un dia como hoy, en Bergen-Belsen moria Anna Frank. Por eso queria recordarla, como lo hago siempre, releyéndola.

Si no lo leyeron, el "Diario de Anna Frank" es una cita con la emoción y leerla es encontrarse con la vida. Sin moralinas, sin prejuicios, sin violencias ni resentimientos en el medio del caos y el horror: la señora vida.

Amante de las letras, a sus 14 años, Anna escribia: "Quiero seguir viviendo, aún después de mi muerte. Por eso le estoy agradecida a Dios, que, desde mi nacimiento, me dió una posibilidad: la de desarrollarme y escribir, es decir, la de expresar todo cuanto acontece en mí. Al escribir me libero de todo, mi pesar desaparece y mi valor renace. Pero —he ahí la cuestión primordial—, ¿seré alguna vez capaz de escribir algo importante; podré ser algún día periodista o escritora?"

Letras del diario de una adolescente que fue traducido a 55 idiomas y algunos lo citan como el libro más editado después de la Biblia.

Se destaca su obra como testimonio de la inhumanidad del siglo XX. Pero leyéndola, uno puede advertir que, si hubiera podido vivir, la escritora Anna Frank nunca hubiera pasado desapercibida.

Murió en ese campo de concentración con sólo quince años y dos meses antes de la liberación de Holanda. Pero su deseo se cumplió.