25.2.05

Un cuento a pedido

El jardín de Pablo

El sol apareció tarde. Las nubes, siempre chismosas, lo demoraron contándole los dimes y diretes de una noche de fiesta con poca luna. Y el sol no habla pero escucha... Como todo hombre, dice no ser chismoso pero siente que es conveniente estar enterado de todo. Al fin y al cabo, también es su cielo!

La acariciaron los primeros rayitos del sol. Remolona como siempre, se desperezó y adelantó el pimpollito del dia para empezar la rutinaria tareade mostrar su belleza.Y ella es muy coqueta. Se toma todo el tiempo posible para ir abriendo y desarrugando uno a uno todos sus pétalos. De reojo, pispea a uno y otro lado. No le importa no ser la primera de la mañana. Pero desea ser la más hermosa. Simple y sencilla como es, aprovecha un jirón de una brisa amiga para balancearse y saludar con su gesto al naranjo. Ése si que es un árbol noble y cabal. Desde su copa y entre sus verdes, éste siempre le sonrie y le da los buenos dias.

A su izquierda, el rosal no está contento. Quiere confraternizar pero no se siente a gusto. No puede. No se siente en ambiente. Un rosal siempre piensa que tiene sabia azul y no puede evitar sentirse poco apreciado y, por ende, le es imposible ocultar su desazón. Siente que merecería más que un pequeño jardín y el centro de un cantero entre margaritas y crisantemos.

Desde arriba, con una de sus ramas, la enredadera quiere ser amigable con él y en los brazos de la brisa trata de abrazarlo, de mimarlo. Pero no consigue más que su desdén y los arañazos de sus ramas. El rosal quisiera ser simpático. No sentirse tan solo. El dia a dia se hace largo. Pero sus espinas siempre están presentes, aún antes que sus ganas. Difícil poder cambiar semejante designio.

Los crisantemos están en silencio. No es todavia su temporada. No oyen, no ven. Están como idos, como oso invernando y, en su quietud, atesoran fuerzas para abrirse con todos los colores en la primavera.

Cuando llega la tarde, el sol bostezando impaciente mira la hora. Cuánto falta para irme a dormir?

Se oyen voces acercándose y todo el jardín aguarda expectante. Una joven y su amado llegan envueltos en un abrazo. El amor inundó el ambiente con su perfume. Y las margaritas muy orgullosas, se destacan entre tanto verde. Todas sus flores blancas, bien abiertas y peinaditas, les dio la idea...

- Me quieres...? No me quieres...? Mucho...? Poquito...? Nada...?

Toda la picardia se resumió en sus miradas.

Y el sol se retiró sin despedirse. No queria molestar.Las nubes, siempre chismosas, se quedaron para ver.
El rosal, celoso y triste, tras la rama de enrededadera se escondió. Y asi se acunó, el resto de la noche, el frio de su corazón.

Emiliando a las 11:26 p. m.

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