5.8.05

Lugares comunes

Un callejón de tierra cernida, al costado de una acequia de riego e hileras de álamos. Es ahí, donde finaliza el parral, entre moras y durazneros, la acequia se agranda antes de llegar a la compuerta de riego. Lugar obligado para atenuar la siesta calurosa de nuestra niñez. Siestas de vacaciones en casa de los abuelos, sin obligaciones, sin horarios.

Una vista hermosa del cerro grande y cuántas risas, cuántas confidencias, cuántos secretos, cuántos proyectos, cuántos interrogantes compartíamos en ése, nuestro lugar especial. Dueños de la libertad y la inocencia, no quedó árbol de la quinta frutal que no fuera bueno para una casita o mangrullo, caballo que no fuera nuestro corcel o alguna gallina o coneja que no fuera hipnotizada o parte del juego... hasta sentirme Jane con una Chita que, a falta de mona, bueno es un ovejero alemán...

También terribles guerras de cascotes, berenjenas o naranjas, donde lo único que habia que salvar eran los ojos y el amor propio.

Ay... el Boulevar San Martín a las 4 de la tarde... la excusa perfecta para empezar la chaya (juegos con agua) una tarde de carnaval. Una cita para mojarse? si, era también parte del juego buscarse y encontrarse!

Las siestas en la casa de Guille, para otros la casa de Don X o la casa de los X pero para mi sólo “la casa de Guille”. La pileta, el mate, las cartas, los juegos y las prendas, las bromas, las miradas, las promesas... y los carnavales!

Imposible olvidar la fiesta de carnaval que hizo historia en la casa de las Señoritas X, dos simpáticas y venerables solteronas, chiquititas y consumidas pero sonrientes y bonachonas, siempre parte de la tradición. La elección del disfraz, el elaborado y trabajoso afán por no ser reconocido... los guantes de encaje que me prestó mi nona y que perdí no sé dónde... el primer beso... el primer te quiero...

Citadinos sábados al medio dia y la infaltable vuelta del perro por la Peatonal, la Laprida y la General Acha. Tal vez terminar sentadas en un banco a la sombra en la Plaza 25 y con suerte... encontrarse con el dueño de nuestros desvelos...

Y, si el ambiente pinta, capaz que me animo y develo la incógnita de su presencia en la fiesta de mi escuela. Otra fiesta más en el Gimnasio para juntar plata para el viaje a Bariloche... Y un “si”. Y un “nos vemos ahí?” ... y la primer cita adolescente... Y, si los planetas continúan alineados, a la hora de los lentos, tal vez no me sonrojaré y tampoco lo pisaré...

Emiliando a las 4:48 p. m.

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