7.4.05

Viaje hacia uno

Me dijeron: "Vamos a Salta?" y me fui.
Sin saber a dónde, sin saber a qué iba.
Me bastaron dos dias para dejar el trabajo encaminado, armar un bolso y subirme al ómnibus que me dijeron.
Ahí empezó realmente todo. Ahí, no más, me desayuné que era un viaje motivado por la fe... de otros.
Y me llevaban a mi! La colada! Justamente a mi!
A mi, a mi escepticismo y a mi cabezona.
Era un irme de paseo pero terminé recorriéndome.
Quise conocer el Norte pero acabé ajustando mi propia brújula, mi propio norte.
Y fue momento de muchas síntesis.
Caí en la cuenta de que encaro mi vida de la misma forma que a Dios. Que no me he atrevido a confiar en mi muchas veces. Y que, precisamente esa falta de fe en mi misma, es mi peor enemigo.
Quise conocer Salta pero en realidad me conocí un poco más a mi misma.


Para la anécdota queda la charla tras las rejas (cual puesta en escena cinematográfica) con la priora y una hermana de un convento de clausura.
El ascenso a Tres Cerritos. Cientos de personas en silencio, sólo orando y mucha piel de gallina.
Pero me apuné! Y hubo médico y mucha vergüenza (mia). Mas dramamine y el cariño de mucha gente linda.
No sé qué escribir para contarte lo que sentí cuando me dí cuenta que con una sonrisa en su cara y de la mano de su marido, una chica me daba ánimo cuando me sentía tan mal. Ella, Marcela, 32 años, diabética y casi ciega, preocupada por mi!
No pude mas que llorar como una tonta toda mi impotencia y estupidez.
Y con mucha bronca, darme cuenta cuán errada estaba en muchas cosas. Creo que el cerro me dio otra perspectiva. Y no me gustó nada lo que vi.
Yo, mujer de poca fe, me conmovió profundamente lo humano. Será tal vez porque ahí es donde reside lo divino.



La crónica para vos, Quela, Quelinchi!
Y las gracias miles in aeternum para Maria Luisa!

Emiliando a las 12:17 a. m.

free web page counters