Emiliando

Palomo dijo:
"Solo de saber que hay gente por ahi pensando asi me da un poco de bronca.
Pero bueno, cada uno es lo que es y desde adentro de uno mismo es dificil reconocer errores.
Creo que a veces la estupidez es totalmente honesta, o sea: no se dan cuenta."
(...)
"Vos tenés cierto fanatismo entre facho y religioso que simplemente califico de PELIGROSO."

Cachito dijo:
"Yo le busqué el lado bueno a esta crisis de identidad que me suscitó tan desdichado episodio: todas las cagadas que me mando ( que son bastantes ) y todas las culpas que acarreo ( es jodido eso de ser culposo) se las atribuyo a mi parte Palomo. Todas las medallas, cuando las hay, se las cuelgo en el pecho a mi parte Cachito. Funciona."


Otras voces, otras palabras.
Todos usamos las mismas palabras pero no hablamos de lo mismo. Hace dias que pienso en ello.
En esta in-comunicación que también se genera en la comunicación escrita.
Uno creeria que en la posibilidad de reelaborar las frases en lo escrito o en el poder trabajar una idea para mejor expresarla en un párrafo se puede llegar a un mejor intercambio con el otro. Llegar a comunicar, poder salir de uno. Pero no.
"Difícil pero no imposible".
O me abro y acepto el feedback o me cierro y me encasillo.
O me impulso al descubrimiento del otro, aunque signifique resbalón, caida y chichón o... elijo seguir mirando sólo lo que quiero ver.
No me acuerdo de quién la cita, pero alguna vez leí que el camino a la sabiduria es la "predisposición a la incertidumbre" (teniendo en cuenta blah y que sabiduria no es sólo cúmulo de conocimientos sino que sabio es también quién sabe vivir, si no el conocimiento no tendria sentido)
Uno elige aferrarse a lo conocido, a lo próximo, a lo fácil, a las sombras(*), al camino mas corto u opta por abrir los ojos, aunque se quemen las pestañas, aunque dé miedo lo desconocido y sea arduo o poco amable o... el camino mas largo (donde te puede comer el zorro)
Asi también, uno elige desde dónde enfrentar la vida.
En ese transitar personal uno camina como puede. Proyectando en los demás lo que no nos gusta o simplemente recibiendo nuestros propios reflejos.
Y, para los que se arriesgan a vivir en la incertidumbre, nada cae en saco roto.




(*) por el mito de las cavernas de Platón.