11.8.07

La importancia de llamarse Ernesto(?)

Cuando yo nací, él tenia veintitrés años. Era mi tio joven. Lo recuerdo luchando coquetamente con su cabello frente al espejo o levantándose en la mañana con una red o una media en la cabeza para amanecer sin los pelos parados.

Esta regalona (léase yo) visitaba frecuentemente la casa de los abuelos. Quedarme a dormir era mi placer y el gusto de mis abuelos. De paso, no obstante no tener la edad necesaria, ir a jardín con las primas que vivian al lado era otra de las aventuras... y que mi tio me llevara a la escuela en su jeep, eso no tenia precio! (y la escuela se encuentra casa por medio!)

Las visitas a la casa de su novia (hoy, mi tia). Un paraiso lleno de plantas y de enormes pajareras repletas de bichos de muchos colores. Los paseos a caballo y las risas. La única vez en mi vida que fui a un autocine a ver "Los tres chiflados" (si, alguna vez hubo un autocine en San Juan! yo estuve ahi! estaba ubicado un poco antes del aeropuerto)

Nunca en su vida un choque, siempre prudente pero todo un az de volante. Famoso en Pocito por su destreza, seguirán siendo comentados sus improvisados espectáculos en el Boulevar de la Estación Rinconada, donde con su codo izquierdo apoyado en la ventanilla y sólo la mano derecha en el volante, su jeep daba la vuelta al boulevard en dos ruedas. Asi también, su pasión por los caballos y las destrezas de buen jinete (imposible no recordar a los inmortales "Rosillo" y el "Castaño" del abuelo) y ganador de cuanta carrera de sortijas y demás yerbas donde se presentara.

Era alguien que primero sonreia con la mirada y, aunque no era lo más importante, se llamaba Ernesto.


Nota: Este blog casi que parece el panteón de mis héroes pero las cosas se vienen dando asi.
Nota #2: Literalmente, qué feo lo que le hace la muerte a las personas (y mas, si son queridas)

Emiliando a las 11:50 a. m.

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